sábado, 10 de julio de 2010

¿Carne cruda?

Era nuestra última noche en Bruselas y estábamos buscando un buen restaurante para ir a cenar. Para mi sorpresa no hay mucha acción durante la noche como suele suceder en NYC. Hay restaurantes y bares abiertos claro, pero uno aquí y otro por allá... Buscando y buscando decidimos entrar en Skievelat, porque parecía bastante tradicional, aunque moderno a la vez, y desde afuera se podía ver gente joven pasándola bien. Fue una buena decisión, porque el ambiente era justo lo que nos hacía falta. En cierta manera queríamos sentimos como si perteneciéramos a ese lugar aunque fuera por unas horas.

Luego de sentarnos y ojear el menú me di cuenta de que no tenía idea de lo que servían. Y aunque había ojeado el menú de arriba a abajo nada me parecía familiar. Mejillones en salsa y mariscos están fuera de mis opciones así que me concentré en las carnes de res, porque el pollo tampoco me llamaba la atención. Lo único que reconocí fue la palabra “tartare”, una preparación totalmente desconocida para mi pero que quería probar. Y es que lo había escuchado antes, pero para preparar salmón, y como en el menú decía que era de res me dio curiosidad. Altin escogió lo que era mi segunda opción, un plato con carnes en tres preparaciones diferentes, a la Bruselas según decía el menú. Como yo tenía dudas sobre el tipo de carnes, decidimos ordenar y compartir los platos. Esos negocios entre nosotros son bastante frecuentes y siempre hay uno que gana y otro que pierde en la selección, pero para eso está el acuerdo de “compartir”. En seguida que llegaron nuestras ordenes me di cuenta de que la que perdió fui yo en esta ocasión. Y es que lo que yo sospechaba pero pretendía olvidar era cierto, el tartare es carne ¡cruda! Carne molida de buena calidad mezclada con cebolla y especias, unos flequillos de queso parmesano por encima y una ensalada simple como acompañamiento. Ay, que mal me salió esa jugada, lo de Altin era otro cantar. Le trajeron una bandeja con tres cacerolas llenas de carne de res en tres guisos diferentes... y yo comiendo ¡carne cruda! Claro que él compartió parte de su plato conmigo, como habíamos acordado, pero yo estaba tan furiosa que no pensaba claramente y resentía que su decisión fuese mejor que la mía.

En fin que me comí todo mi plato, porque no sabía mal, aunque de vez en cuando mojaba la carne en las salsas para darle mejor gusto. Al final de la cena reconocí que más que enojada estaba desilusionada, pero el daño ya estaba hecho. Salimos del lugar en dirección al hotel cuando sentimos que alguien nos llamaba. Era en francés por supuesto y fue Altin quien reconoció que era con nosotros. El hombre que nos atendió nos seguía para decirme que había dejado mi cartera en la mesa del restaurante. ¡Pero que mente la mía! El hecho es que la bondad de ese señor me devolvió la alegría y el coraje quedó en el olvido. Y pensar que estuve a punto de arruinarnos la noche.  Y es que cuando se está en un lugar extraño hay que dejar las opciones abiertas y arriesgarse a probar cosas nuevas, pero no creo que la carne cruda regrese para una segunda prueba aunque me la vendan con un nombre espectacular. ¡Buen provecho! 

7 comentarios:

  1. Bueno amiguita, eso si me sorprende, de veras que has cambiado y me encanta!!!!!

    Yo por mi parte me hubiera comido los mejillones, jajajajaja

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  2. oh! yo no me la hubiese comido. Lo de la cartera cuídate porque no es la primera vez que la dejas...

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  3. Tanto que sabes de comida y no sabias lo que era tartare??? Hasta acá en PR he comido yo eso! (ej. Rest. Cappricio en Añasco).
    Bianca

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  4. jajaja Lo conocía solo de salmón y me hice la idea de que era otra cosa. Obviamente me equivoqué. Pero hasta de eso sale una buena historia. :)

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  5. De cada vivencia siempre se aprende y algunos aprendemos de las vivencias de otros... ;-) Gracias! jejeje

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