lunes, 1 de noviembre de 2010

Viajando a los 82

Nunca es tarde si la dicha es buena – así dice el conocido refrán. Por eso quería traer a mi abuelita de visita a Nueva York, aunque fuera a sus 82 años – cumple 83 ahora en noviembre. Ella ha viajado muchas veces, así que tampoco era que la estaba iniciando en las delicias de viajar, pero nunca había visto la gran manzana y ya iba haciendo hora. Por supuesto que traerla era un proyecto en si, y no la podíamos enviar solita en el avión, así que mi tía Nidia me ayudó en esta empresa. Y aquí tengo que hacer un paréntesis para decir que titi Nidia ha sido mi cómplice en varias ocasiones. Cuando yo tenía 11 ó 12 años hicimos otro viaje las tres juntas – incluyendo a mi hermano y a mis primos. Nos llevaron a Disney World; esa fue mi primera experiencia de viaje. ¡Que valientes ellas! Sólo imagínense a dos adultos y cinco niños viajando por la Florida durante 3 semanas. Yo me divertí muchísimo aquella vez, ahora era mi turno de sacarlas a pasear a ellas. Aquel día de mayo, mientras guiaba hacia el aeropuerto a recogerlas, mi corazón latía con fuerza, porque estaba emocionada. Y que alegría verlas a las dos tan sonrientes esperando por mí.

Paseando por Central Park
Mi Guegué (como la llamo de cariño a veces) se montó en el Subway como si nada. Y yo pensé que le daría miedo pero no, ella nos seguía y ¡a buen paso! También la llevamos a darse una “trillita” en los carruajes en Central Park, y riéndonos las tres le decíamos adiós a los transeúntes mientras el conductor nos contaba los secretos del parque. Claro que una visita a Chinatown no podía faltar así que para allá nos fuimos las tres. Lo gracioso es lo mucho que abuela desentonaba con su paciencia y su paso despreocupado en contraste con la gente que pasaba apurada y a quienes sólo les interesaba hacer una buena compra. Yo le decía – abuela párate ahí que te voy a tomar una foto – y ella tan obediente como si no se diera cuenta del gentío que la rodeaba. Claro que la teníamos bien protegida y jamás le quitábamos los ojos de encima.

Abuela en Chinatown
Nos montamos en el Staten Island Ferry para que viera la estatua de la libertad, y que mucho daría por saber lo que pasaba por su mente cuando se quedaba calladita y sólo contemplaba y absorbía el bombardeo de información que tenía frente a ella. Y en Times Square, nos sentamos un ratito a descansar y de paso admirar los anuncios y las luces que nunca se apagan. Te vas para "Los Newyores" – me dijo ella cuando decidí mudarme de Puerto Rico, y ahora era ella la que posaba conmigo en estas fotos. 

Mi abuela ha sido siempre una persona importante y muy presente en mi vida. Y aunque ella se crió en otra época y no tuvo las oportunidades que he tenido yo, nadie más que ella me ha enseñado – con su ejemplo – a ser feliz y positiva ante la vida. 

En el Staten Island Ferry
Abuela siempre me recibió en su casa y era ella quien nos servía y complacía con sus recetas y su hospitalidad cada vez que la visitábamos, pero ahora me tocaba a mi servirle su té antes de dormir, cocinarle comidas que fueran familiares para ella y complacerla en todos sus antojitos. Eso sí, también me tocó poner un poco de presión para que se tomara sus vitaminas todos los días – ella cree que no hacen falta todo el tiempo porque dis que se siente bien. Y no voy a decir que fue fácil, mi titi me ayudó con todo esto ya que, como les mencioné, siempre fue abuela quien dirigió el show en su casa. Esta vez fue diferente porque era ella quien estaba fuera de su elemento. Pero aunque mi abuela tiene un carácter fuerte y a veces es testaruda (algo heredé yo de eso), por eso mismo es y ha sido siempre una mujer determinada y que sabe lo que quiere. Aunque el mundo ha cambiado a su alrededor, ha sabido adaptarse a esta época donde abundan los locos y las buenas costumbres se han perdido, todo con mucho humor, una bondad infinita, y su risa contagiosa. Me divertí mucho paseándola y dándole memorias reales del New York de sus fantasías. Pero tengo que decir que en esos días que pasó conmigo fue que la conocí de verdad, no sólo como abuela sino como persona y amiga, y le doy gracias a Dios por haberme dado esa oportunidad. Y si admiraba a mi abuela antes, durante estas vacaciones mi admiración por ella creció muchísimo más. Te quiero mucho Guegué... y gracias, por todo.

Abuela Tina con las flores en el Rockefeller Center

5 comentarios:

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